Profesora Sonia Mangones Matos. Tomada de: Facultad de Ingeniería UNAL.

Es la nueva editora en jefe de la Revista de mayor impacto en Ingeniería de Colombia. Su camino, desde la Universidad Nacional de Colombia hasta instituciones de renombre mundial como el MIT y la Universidad Carnegie Mellon, habla no solo de su pasión y competencia, sino también de la relevancia y el poder de la presencia femenina en campos académicos. Una mujer cuya huella en la ingeniería civil y en el mundo del transporte y políticas públicas ha trascendido fronteras. “Está demostrado que la sostenibilidad tiene una carga femenina importante, si las mujeres estamos en esos grupos de toma de decisión, se tienden a tomar decisiones que son más amigables con la conservación del medio ambiente”, dice, mientras discute sobre el papel de la mujer en la ciencia.

¿Cuál fue el momento clave o la inspiración detrás de su decisión de estudiar ingeniería?

Mis papás son académicos, fueron profesores de la Universidad Industrial de Santander (Colombia). Mi mamá es física y mi papá es matemático. Crecer en un entorno inmerso en la ciencia y la educación ha dejado una huella imborrable en mí, influenciando quién soy, al igual que las tradiciones y costumbres de la tribu en la que uno nace. Yo siempre supe que quería ser ingeniera. Antes de tomar una decisión final, exploré diversas ramas de la ingeniería. Sin embargo, la ingeniería civil capturó realmente mi interés. En cuanto a mis especializaciones, estaba dividida entre el transporte y el medio ambiente. Aunque me sumergí más profundamente en el ámbito ambiental, mi monografía de pregrado se centró en el transporte. Finalmente, en mi doctorado, pude integrar ambas pasiones.

“Yo siempre supe que quería ser Ingeniera”

¿Ha enfrentado desafíos específicos en su trayectoria profesional y académica relacionados con su género?

Yo creo que sí, es muy cierto que la ingeniería no es un campo del conocimiento liderado por mujeres. En la sección de vías y transporte donde laboro, soy la única profesora mujer. Aunque esto se ha convertido en una realidad con la que convivo, no significa que deba ser normalizado. Creo firmemente que es posible romper estos patrones. Tener mujeres en puestos de liderazgo, como decanas y profesoras en facultades, inspira a las jóvenes estudiantes a ver que es completamente viable y adecuado para ellas ocupar estos roles. Estos ejemplos visibilizan la representación femenina y muestran que es un camino posible y enriquecedor.

¿Qué aporte distintivo y valioso considera que las mujeres pueden brindar en este campo de la ciencia?

Desde una perspectiva de sostenibilidad, que es uno de mis principales enfoques. Se evidencia una visión más cautelosa y conservacionista en relación con el medio ambiente. Estoy convencida de que, ante la actual crisis climática, las mujeres desempeñamos un rol crucial para mitigar el ritmo de deterioro del planeta. En temas ambientales y sociales, mostramos una gran sensibilidad y una inclinación hacia la inclusión y el entendimiento de la diversidad, con un enfoque en el bienestar común. Es esencial que tengamos una representación equitativa, ya que las mujeres aportamos habilidades y perspectivas distintas.

“las mujeres desempeñamos un rol crucial para mitigar el ritmo de deterioro del planeta”

¿Qué significó para usted convertirse en la primera editora mujer de la revista «Ingeniería e Investigación» de la Universidad Nacional de Colombia?

Asumí el desafío con entusiasmo y ha sido increíble liderar el equipo con el que cuento, y trabajar en una revista ya en proceso de consolidación y con un marcado liderazgo a nivel nacional. Contribuir en la divulgación y en fortalecer su posición en el panorama de revistas de acceso abierto ha sido enriquecedor. A nivel personal, he adquirido conocimientos en áreas que desconocía, y que complementan mi formación. Actualmente, estamos evaluando la representación femenina en el Comité Científico de la revista, una reflexión que, quizás, no fue prioridad para anteriores líderes editoriales. Al evaluar nuestro equipo de 15 investigadores, sólo dos son mujeres. Es evidente la necesidad de incorporar más diversidad a este grupo.

¿Cómo aporta el estudio del transporte en el mejoramiento de las condiciones de seguridad para la mujer en una ciudad?

Hemos estado abordando este asunto activamente dentro de la universidad. Actualmente, contamos con un convenio con el Ministerio de Transporte, en el marco del grupo de investigación Translogyt, del cual soy líder. Fuimos contactados por el Ministerio, que está integrando la perspectiva de género en la política de transporte nacional. Estamos realizando esfuerzos para comprender las necesidades específicas de este segmento de la población. La pandemia resaltó el concepto de «movilidad del cuidado», predominante entre mujeres que trabajan como enfermeras o cuidadoras, quienes continuaron desplazándose a pesar de las restricciones. Las mujeres tienen necesidades específicas, como sentirse seguras en el transporte público y contar con diseños vehiculares adaptados a sus características físicas. Muchos vehículos, diseñados en una industria dominada por hombres, no se ajustan al perfil promedio de las mujeres en Latinoamérica.

“Construyan comunidades de mujeres”

¿Qué consejos daría a las jóvenes mujeres que están considerando estudiar ingeniería o que están en las primeras etapas de su carrera?

Las mujeres aportan perspectivas únicas en ciencia e ingeniería, esenciales para una sociedad incluyente. No deben dejarse limitar por estereotipos sociales sobre roles de género. Encuentren inspiración en mujeres pioneras y escuchen su voz interna sobre cómo desean contribuir al mundo. Construyan comunidades de mujeres, apóyense entre sí y en aliados, hombres incluidos, que reconozcan y valoren su potencial. He tenido la fortuna de contar con mentores que han visto mi valor y me han incluido en espacios de decisión, y eso ha sido fundamental en mi trayectoria.