Hace pocos años, tal vez hace un par de décadas atrás, la apreciación de los objetos que percibíamos las calificábamos como «bonitas» o «bellas». Sin embargo, hoy en día, hemos evolucionado hacia un enfoque más conceptual incorporando el término «Diseño» para expresar esta apreciación de manera más precisa y que, además, refleja una transformación en nuestra percepción cultural y cognitiva. En la actualidad, la noción de Diseño ha adquirido una amplitud tal que se ha integrado a nuestro lenguaje cotidiano reflejando así, su presencia en las manifestaciones de la actividad humana. En efecto, el Diseño no se limita a la estética, sino que se entrelaza con la funcionalidad, la ergonomía, la innovación, la sostenibilidad, la eficiencia y la solución de problemas en una diversidad de campos.

Un buen diseño nos predispone más que cualquier otro factor para elegir o rechazar un producto. Con esto quiero decir, que, ante un objeto de diseño, reaccionamos a través de nuestros sentidos al tocarlo, olerlo, admirarlo; es una conexión que nos motiva a querer hacer uso de él. El objeto de diseño surge a raíz de un desarrollo meticuloso, calculado y planificado que cubre una necesidad humana específica. Si bien su funcionalidad es primordial, también debe estar revestido de gran estética y belleza, ya que este último aspecto ejerce una profunda influencia en la apreciación del objeto de diseño. En este contexto, el Diseñador desempeña un papel esencial, actuando como un artista dotado de un agudo sentido estético y habilidades especiales, quien canaliza su conocimiento y destrezas para proporcionar productos que no solo cumplen con su propósito práctico, sino que también enriquecen el aspecto cultural y ennoblecen la vida rodeándola de objetos bellos y útiles para su uso diario.

La apreciación de un objeto de diseño se puede considerar como un acto subjetivo, ya que está influenciada por varios factores. Estos factores abarcan aspectos culturales, religiosos y sociales, así como juicios y prejuicios individuales, que contribuyen a que la percepción de un objeto sea sumamente variada. Al considerar esta perspectiva, se hace necesario adelantar investigaciones y estudios multidisciplinarios, abordando diversas áreas del conocimiento, para adquirir la suficiente preparación y comprender en profundidad los diversos grupos de individuos y sus intereses. Una sólida formación, permite brindar productos que satisfagan plenamente las necesidades del ser humano.

La importancia del diseño en todas sus modalidades, es tan significativa que puede cubrir las necesidades más sutiles y pequeñas de las personas. Desde un pañuelo facial desechable, hasta la solución de su movilidad en un espacio interior, o incluso la elección de la vestimenta para ocasiones informales o formales, el diseño está presente en la vida de todo ser humano. Por lo tanto, el ser humano, responde con su sensibilidad ante aquellas cosas u objetos que percibe para cubrir las propias necesidades.

Según Kant, las sensaciones que se reciben al apreciar un objeto, ya sea de manera agradable o desagradable, se suscitan más gracias a la sensibilidad particular de cada ser humano que a las condiciones externas, porque cada ser humano sólo es feliz al satisfacer lo que sus propias sensaciones le piden; a esto agregaría que estás sensaciones van ligadas a las necesidades de cada uno de nosotros. Entonces, “…se debe tener conciencia de la representación del objeto, y unirla a la sensación de satisfacción…”. (Kant, La crítica del juicio).

Mi experiencia personal valida esta noción y la influencia de los factores subjetivos en la percepción y elección de un diseño. Al haber experimentado durante los primeros años de mi formación, un énfasis inicial en la apreciación superficial, centrada únicamente en los valores estéticos, me di cuenta de la necesidad de trascender esta limitación y concebir diseños que no solo fueran atractivos visualmente, sino también funcionales. Esta comprensión me llevó a reconocer que el diseño auténtico encierra un delicado equilibrio entre la estética y la funcionalidad, un principio que he buscado aplicar a lo largo de mi trayectoria profesional. También esta evolución resalta el valor de la formación continua y la inmersión en el estudio profundo para fomentar la habilidad de concebir soluciones concretas y efectivas.

A medida que adquirí un conocimiento más profundo y me adentré en la planificación estratégica, mi capacidad de diseño se consolidaba con la habilidad de analizar y solucionar problemas de manera integral y eficaz; ya el diseño no solo sería una práctica, sino un proceso de pensamiento y creación, enriqueciendo la mente con una perspectiva más amplia y funcional.

Mi camino en la enseñanza del diseño amplió estas ideas, mostrándome que el diseño requiere un pensamiento riguroso respaldado por conocimientos científicos y técnicos, para generar aplicaciones adecuadas a las necesidades de la población. La vida como docente en estas áreas del diseño desempeñó un papel muy importante y aportó aspectos esenciales que racionalizaron y concretaron lo que antes consideraba implícito en el proceso de creación. La lógica en la realización y la comprensión del propósito detrás de cada creación se volvió clara, gracias a la convergencia de saberes. Mis conocimientos en principios filosóficos, gnoseológicos y artísticos se fusionaron para ofrecer una comprensión profunda del significado del término «diseño». Este proceso trascendió la sencilla definición y permitió transmitir a mis estudiantes la esencia de diseñar, incluyendo el entendimiento del propósito y la razón en cada proyecto. Todo se resume en el acto de «pensar acerca de qué es el diseño». La fusión de conocimientos y experiencias adquiridos con el tiempo, se convirtió en el cimiento que sustentó el enfoque pedagógico que desarrollé, un modelo de enseñanza, aprendizaje y evaluación que refleja la compleja interconexión de saberes en el campo del diseño.

¿Qué es entonces, Pensar en diseño?

Pensar en diseño, es una actitud que se debe asumir la persona.

Pensar en diseño va más allá de idear objetos estéticos o funcionales. Es la comprensión de las necesidades y contextos para brindar una solución y asumir la actitud que requiere un enfoque holístico que abarca desde la recolección de información hasta la materialización de una visión concreta.

Pensar en diseño exige una apertura constante a la información proveniente de diversas fuentes. Esto puede incluir datos de mercado, tendencias actuales, investigaciones científicas, opiniones de usuarios y expertos en el campo. Al ser receptivos a esta información, el diseñador se sumerge en un proceso que le permite captar las necesidades y sus desafíos recopilando información que posteriormente seleccionará. Esto implica filtrar la información relevante, identificar patrones y tendencias; analizar las oportunidades y tener la habilidad para decantar datos y centrarse en lo que realmente es importante. Es importante destacar que el pensamiento de diseño es un proceso iterativo y no lineal. A medida que se exploran ideas y se prototipan soluciones, es probable que se generen nuevas perspectivas e información. Esto puede requerir regresar a etapas anteriores del proceso, como la recolección de información o la reevaluación de conceptos, para incorporar nuevos conocimientos y perspectivas en el diseño.

En resumen, pensar en diseño implica una actitud de apertura, curiosidad y adaptabilidad. Requiere una inmersión profunda en la información relevante, seguida de una selección cuidadosa y la disposición a explorar y refinar ideas de manera continua. Esta mentalidad no solo es esencial para la creación de productos y soluciones impactantes, sino que también fomenta una comprensión más profunda de las necesidades de los usuarios y del entorno en el que operan.

REFERENCIAS

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